sábado, 27 de agosto de 2011

¡La veleta de la torre se va a caer!

Escrito por Luis Puga Oribe.

Desde hace ya un año, la veleta de la torre de Sanzoles no gira. La cruz de forja que, inserta en el pináculo más alto de la torre, soporta en su parte baja una excelente veleta, se ha desplomado peligrosamente hacia la calle.

Aunque solo podemos opinar por los indicios, y no es posible ver de cerca el deterioro, presumiblemente, el pináculo que remata el cuerpo superior de la torre con su cornisa rebajada, perforado por la base de la cruz y custodia de hierro forjado, favorecido por la oxidación, la humedad, el hielo, el viento y otras inclemencias, se está desintegrando.

Este elemento decorativo de piedra, el pináculo abulbado, propio de la arquitectura religiosa de mediados del siglo XIX, tiene en su diseño un problema por el estrangulamiento en la zona intermedia y la compañía de cigüeñas, que pasados los 185 años de su construcción (según reza en números romanos en la puerta norte MDCCCXXV, 1825) puede producir su derrumbe.

La iglesia, levantada con piedra arenisca de la localidad, me contaron que procede de las canteras que todavía existen en el cerro de Las Llaves, en el antiguo (ya desaparecido) camino de Moraleja, desde donde en carros de bueyes se transportaban los sillares hasta la plaza.

Esta piedra, de fácil talla, de cualidades estéticas apreciables, presenta una dureza irregular. Con la extracción de la cantera, al contacto con el aire, adquiere la consistencia y dureza que conocemos. Un cuidado especial supone separarla del nivel del terreno, elevando su arranque con piedra no porosa, la denominada en la zona Jarreña, áspera, con abundante cuarzo que, si bien tiene una difícil talla, sin embargo resuelve con acierto los zócalos de los edificios de arenisca sin destacar del conjunto por su similar coloración.

La humedad persistente ablanda algunos sillares, los descompone haciéndolos desaparecer con el paso de los años. Los contrafuertes de la fachada norte, al solombrío dan muestra de ello.

La torre se cae. Muchos años atrás se observaba el ligero desplome de la espadaña de la iglesia hacia la calle. No sé si alguien midió con plomada esta ligera inclinación. Pero en los dos últimos años se puede apreciar que la veleta se inclina de forma muy acentuada y, con ánimo de equivocarme, no creo que resista otro año más.

La Iglesia de Sanzoles, muy apreciable entre las de la zona, es toda ella de piedra de sillería, realizada de una sola traza, si bien en la fachada norte, en su parte baja podemos ver sillares de granito, probablemente recuperados de otras construcciones mas antiguas, el conjunto fue ejecutado de una sola vez, y salvo la importante reparación que se hizo, creo recordar en el año 1977, que la mantuvo cerrada varios años, y que supuso desmontar la pared norte del altar, la ejecución de una pequeña cimbra y la reconstrucción del arco fajón que se encontraba gravemente flechado, el resto de los trabajos han sido retejados y reparaciones puntuales en techos y coro.

La torre, de diseño esbelto y proporcionado, destaca en la zona por la calidad de su material y porte.

Las espadañas, elementos sólidos, verticales que, generalmente al pie de la iglesia, soportaban las campanas, suponen el elemento de arquitectura tradicional mas destacado de cualquier pueblo.

Las torres cuadradas u octogonales, mas robustas, en muchos casos defensivas, o formando parte de recintos amurallados, dejaron paso a estos estilizados campanarios que, apoyados sobre los muros de las iglesias se elevan del suelo para levantar a un punto alto y despejado las campanas. Éstas, no se construyeron exclusivamente para tocar los días gordos de procesión y avisar a misa, bautizo, comunión o la defunción de algún vecino.

Las campanas suponían el mejor y único medio de comunicación que existía, hasta la invención del teléfono móvil, con los paisanos repartidos por todo el término en sus labores agrícolas o ganaderas.

Avisaban de un incendio, a cobro de tributos cuando acudía el recaudador, y de cualquier otro acontecimiento de importancia para los habitantes del municipio.

Las torres tenían mayor o menor tamaño, en función del número de campanas, colocadas o previsibles, mayor número de campanas permitía mayor variedad de toques. También su decoración, que los visitantes apreciaban en ellas valorando a su población, asociando su riqueza a la de la localidad.

La veleta, con cruz rematada en sus tres puntas en flor de Lis, síntesis de la flor del lirio, forma utilizada por la Orden de Santiago, símbolo de la Virgen, también asociado a la masonería (hasta esta época constructores de iglesias y catedrales).
Cuatro rayos concéntricos rodean un círculo que simboliza la custodia.

La veleta, propiamente dicha, con un demonio en la banderola o parte trasera y ancha, y una serpiente en la flecha, el mal dejado atrás y la serpiente hacia el viento que se asocia al cambio.

Dicho todo esto, la pérdida de la veleta y el crucero, puede no tener mayor importancia para algunos que atienen exclusivamente a su valor religioso, pero además de elemento que simboliza la protección sobre el término, la veleta indica la dirección de los vientos, que informan sobre la llegada de chubascos, tormentas o ráfagas dependiendo de su origen, identifica la plaza, la iglesia y el pueblo, y su deterioro manifiesta un estado de decadencia que representa al conjunto de los vecinos, sean creyentes o no.

Fotos: Luis Puga Oribe / Santi Martín

4 comentarios:

C.A.R.L. dijo...

Gracias por iluminar un poco mi oscura ignorancia sobre el arte arquitectónino.
me parece un artículo estupendo.

Anónimo dijo...

ENHORABUENA POR EL ARTICULO.Y DE QUIEN DEPENDA QUE POR FAVOR SE ARREGLE LA IGLESIA.

Anónimo dijo...

Has dicho, y muy bien, lo que todos comentaban en corrillos. Enhorabuena¡

Santi dijo...

Muy buen artículo, Luis. Ni me había fijado en como estaba la veleta hasta que me lo enviaste al correo.
Muchas Gracias por colaborar con el Blog. ¡Bienvenido!