Escrito por Justo Aldea Sánchez
Fotografías de: Cesar Lozano Aldea
De todos es sabido que esta fiesta se celebraba el día 20 de Enero, que es el día que la Iglesia tiene destinado a este fin, pero por razones que no están muy claras fue trasladada para el día 6 de Septiembre.
Yo he estado averiguando, pero no he obtenido ninguna razón convincente que aclare los motivos por los cuales fue trasladada. En mi opinión particular, pudo ser porque en aquel tiempo se puso de moda el hacer las fiestas de los pueblos con corridas de toros, pero como en Enero las condiciones meteorológicas no son nada propicias para tal fin, la trasladaron para Septiembre. Repito que esta es mi opinión particular.
Una vez llegado el día 5 de Septiembre, por la tarde era cuando empezaba la fiesta de las cuadrillas. Se iban para las bodegas, unos a lavar las vasijas donde se haría la limonada, otros a buscar el vino y otros los limones y el azúcar. Cuando ya estaba preparada se iban a la plaza a preparar el burladero para el día de la corrida. Entonces la plaza era de carros, que se colocaban en círculo formando el redondel. Cada labrador llevaba el suyo.
Por la noche, íbamos a la verbena que era allí en la misma plaza hasta la una y media o las dos de la mañana. Después nos íbamos a echar un trago a la bodega y luego a dormir. Al día siguiente madrugábamos un poco para ir a ver el encierro, que ra por el campo. Primero iban los de los caballos a buscar los toros al prado redondo donde habían estado pastando desde que los compraron y cuando llegaban con ellos a la entrada del pueblo salían los mozos y se los espantaban. Los de los caballos, corriendo detrás de ellos y cuando lograban reunirlos volvían otra vez a intentar meterlos para la plaza. Se los volvían a espantar y así hasta que se cansaban y ya se los dejaban meter.
Sobre las doce de la mañana, cerraban la plaza y sacaban un par de toros, a eso lo llamábamos “La Prueba”. Se toreaba un poco y luego a comer. A las cinco de la tarde era la corrida que empezaba con el despejo de plaza, que nosotros llamábamos “correr las llaves”. Lo hacía algún mozo o moza del pueblo con su caballo, como por ejemplo Rosita, la hija del Sr. Julián Enríquez, que las corrió unos cuantos años, y otro año las corrimos con tres caballos Angel Murcia, Horacio el Molinero y un servidor que las corrió con un caballo que me dejó el Sr. Leonardo, porque entonces había caballos en Sanzoles. Luego salían los toreros, sobre todo uno que era muy famoso por esta zona que se llamaba “Poto”y que casi todos los años venía. Era muy valiente y torcaba toros que habían corrido un montón de plazas, porque entonces no se mataban los toros como ahora. Era ya como una figura decorativa en la fiesta. El año que no venía parecía que le faltaba algo.
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