lunes, 14 de mayo de 2007

LA FIESTA DE SAN SEBASTIÁN


Escrito por Justo Aldea Sánchez
Fotografías de: Cesar Lozano Aldea

De todos es sabido que esta fiesta se celebraba el día 20 de Enero, que es el día que la Iglesia tiene destinado a este fin, pero por razones que no están muy claras fue trasladada para el día 6 de Septiembre.
Yo he estado averiguando, pero no he obtenido ninguna razón convincente que aclare los motivos por los cuales fue trasladada. En mi opinión particular, pudo ser porque en aquel tiempo se puso de moda el hacer las fiestas de los pueblos con corridas de toros, pero como en Enero las condiciones meteorológicas no son nada propicias para tal fin, la trasladaron para Septiembre. Repito que esta es mi opinión particular.

FIESTA DE SAN SEBASTIÁN

Cuando las tareas de la recolección iban tocando a su fín, allá por mediados de agosto, y ya todas las cuadrillas de segadores estaban de vuelta a casa de la dura tarea del verano, los mozos del pueblo se reunían por la noche y se dirigían a casa del Sr. Alcalde para pedir toros. En algunas ocasiones no eran reuniones muy cordiales, ya que había muchos problemas económicos por los que pasaba el Ayuntamiento y no siempre era fácil distraer unos cuantos miles de pesetas para las diversiones del pueblo. Pero al fin, haciendo juegos malabares, el Sr. Alcalde concedía lo que pretendían los mozos y se ponía en marcha la maquinaria de la Corporación para tener todos dispuesto cuando llegara ese día. Había un dicho popular de aquella época que decía: “Sr. Alcalde, o toros o palos...” pero nunca llegaba la sangre al río.

Una vez llegado el día 5 de Septiembre, por la tarde era cuando empezaba la fiesta de las cuadrillas. Se iban para las bodegas, unos a lavar las vasijas donde se haría la limonada, otros a buscar el vino y otros los limones y el azúcar. Cuando ya estaba preparada se iban a la plaza a preparar el burladero para el día de la corrida. Entonces la plaza era de carros, que se colocaban en círculo formando el redondel. Cada labrador llevaba el suyo.

Por la noche, íbamos a la verbena que era allí en la misma plaza hasta la una y media o las dos de la mañana. Después nos íbamos a echar un trago a la bodega y luego a dormir. Al día siguiente madrugábamos un poco para ir a ver el encierro, que ra por el campo. Primero iban los de los caballos a buscar los toros al prado redondo donde habían estado pastando desde que los compraron y cuando llegaban con ellos a la entrada del pueblo salían los mozos y se los espantaban. Los de los caballos, corriendo detrás de ellos y cuando lograban reunirlos volvían otra vez a intentar meterlos para la plaza. Se los volvían a espantar y así hasta que se cansaban y ya se los dejaban meter.

Sobre las doce de la mañana, cerraban la plaza y sacaban un par de toros, a eso lo llamábamos “La Prueba”. Se toreaba un poco y luego a comer. A las cinco de la tarde era la corrida que empezaba con el despejo de plaza, que nosotros llamábamos “correr las llaves”. Lo hacía algún mozo o moza del pueblo con su caballo, como por ejemplo Rosita, la hija del Sr. Julián Enríquez, que las corrió unos cuantos años, y otro año las corrimos con tres caballos Angel Murcia, Horacio el Molinero y un servidor que las corrió con un caballo que me dejó el Sr. Leonardo, porque entonces había caballos en Sanzoles. Luego salían los toreros, sobre todo uno que era muy famoso por esta zona que se llamaba “Poto”y que casi todos los años venía. Era muy valiente y torcaba toros que habían corrido un montón de plazas, porque entonces no se mataban los toros como ahora. Era ya como una figura decorativa en la fiesta. El año que no venía parecía que le faltaba algo.

Después de la corrida, a merendar a la bodega, como era perceptivo. Luego al baile, que solía ser en una era que ya hubieran terminado y que estuviera limpia. Se podía dar la circunstancia que no hubiera ninguna, entonces tenían que ser en unos prados que había por bajo del puente de la carretera a Zamora que se llamaban El Prao Concejo. Y por la noche otra vez al baile. Al día siguiente, día de San Sebastianico, era el más elegante de toda la fiesta, ya que era el día que se estrenaban los trajes, claro, el que podía, ya que no todos los años se podía estrenar un traje. Había el baile vermut, luego el baile de la tarde y el de por la noche y entre baile y baile iba sazonado con buenas raciones de limonada. Al día siguiente, día de Nuestra Señora, también había baile vermut y por la tarde se remataba la fiesta con el último de los bailes, ya que no nos quedaban fuerzas para más.

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