lunes, 18 de julio de 2011

El Campo de antes: Las labores de verano

Escrito por Pilar Garrote Hernández.

¡Qué bonito es recordar los tiempos que vivimos nosotras!, aquellos tiempos de nuestra niñez y parte de juventud. Daba gusto salir por el campo y ver todo tan labradito, tan verde. Se escuchaban los cánticos de los pájaros y de los gañanes que iban detrás de sus parejas de mulas, bueyes o burros, preparando las tierras para tener buenas cosechas:

- LA SIEGA -
La cuadrilla que se componía de los segadores y los rapaces, que eran los que tenían el deber de ir a buscar el “compango” (almuerzo y comida). En ese tiempo los segadores tenían segado mucho en gavillas, las cuales tenían que ir recogiéndolas para hacer haces que se ataban con lías de esparto. Para animarlos les cantaban…

Esta mañana muy tempranito
salí de casa con el atico
y como entonces la aurora venía
yo la recibía cantando como un pajarillo:
Ay, ay, ay.
Que trabajo nos manda el señor
Levantarte y volverte a agachar
Todo el día a los aires y al sol
Que detrás de los haces voy yo.

- ACARREAR -
Cuando se terminaba la parcela se acarreaba (se llevaban los haces para la era para preparar la trilla). Había que traer dos viajes de mies antes de las nueve de la mañana, para poder preparar la parva, que era un circulo bastante grande y alto de bálago o mies. Cuando más calentaba el sol comenzábamos a trillar para poder separar el grano de la paja. La trilla se hacía con una pareja de mulas o vacas enganchadas a un trillo y se iba dando vueltas de un lado a otro hasta que estuviese bien molido. Cuando el ganado tenía que hacer sus necesidades había que recogerlo en un recipiente que preparábamos con una lata de escabeche de cinco kilos y un palo largo de dos metros para que los animales no nos pudieran dar una coz. Sobre las seis de la tarde se paraba la faena para merendar. Nos sentábamos con la ensaladera bien llena de pimientos, tomates, cebolla, etc... ¡Que rico el sabor no se puede comparar al de ahora!. ¿y el tocino cocido con el pan? ¡Que manjar!. Después de terminar de merendar quien se movía, pero había que volver al trabajo...

Cuando veíamos alguna nube que amenazara lluvia había que recoger la parva y amontonarla haciendo un parbón. Se hacia uno de cebada, otro de trigo, etc. Bueno, igualmente se hacia con todas las clases de mies pero esto por ejemplo se recogía para la casa lo que se había limpiado durante la mañana. Luego íbamos a comer y después de la siesta metíamos la mies en costales de dos fanegas y los llevábamos en el carro para guardarlos en el sobrao o el granero, hasta que llegaba la ocasión para venderlo o para utilizarlo para consumición de casa. Esto dependía de si la cosecha había sido buena o mala ese año.

Después de meter el grano había que hacer lo mismo con la paja. Esto era menos agradable porque se hacía mucho polvo y picaba mucho. Se acarreaba con los carros con redes de un estilo a las de pescar pero de esparto o lía que se ponían atrás y adelante con unas tablas a los lados para poder traer más. Había que encalcar bien pisando fuerte (como se hace al pisar las uvas) para que entrara más paja y no se cayera al transportarla de la era al pajar con el movimiento. El pajar normalmente estaba situado al lado de las cuadras del ganado para facilitar el trabajo y así no tener que salir para echarle en los pesebres. Todos los años terminábamos la faena de la paja casi a últimos de agosto. Así ya estábamos libres para poder disfrutar de las fiestas del pueblo en honor a San Sebastián, fechas en las que estrenábamos nuestros “guapos” que nos habían comprado los padres en recompensa a la ayuda que les habíamos prestado. Claro, el que podía.

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