lunes, 19 de marzo de 2007

Recuerdos de mi juventud

Escrito por Justo Aldea Sánchez

Mi juventud, como la de tantos otros jóvenes de aquella época, transcurría en la monotonía del trabajo en el campo y en la escasa diversión, que dentro de las limitaciones que había en los pueblos podríamos calificar de aceptable, sobre todo si tenemos en cuenta las escasas aspiraciones que teníamos debido principalmente a la falta de cultura que había. Pero todos los domingos íbamos a jugar la partida al Casino y después a merendar a la bodega y de ahí al baile.

Recuerdo cuando llegaban las funciones de quintos, despertar por la mañana al son de alegres dianas que sonaban por todas las calles del pueblo, el sonoro estampido de los cohetes que tiraban los Quintos y también como, después de almorzar, bajaban con la música a buscar al Sr. Cura y le acompañaban a misa y como por la tarde íbamos al baile.

Después del baile los Quintos pasaban casa por casa: ¿Da usted su permiso?... “Adelante”, le contestaban desde dentro. “Buenas noches. Quedan todos invitados al baile de esta noche de parte de los quintos"... y así todas las funciones de Quintos. Estas se hacían: El día de Año Nuevo, que era cuando le traspasaban los quintos salientes los poderes, por así decirlo, a los que entraban para ir a todas las fiestas más importantes del año a alumbrar al Santo. Luego venía el día de Reyes, que era cuando empezaba el reinado de la nueva generación de quintos o “Mayordomos” como se llamaban, hasta que terminaban los anteriores con las fiestas de Carnavales. Después venía la puesta del Mayo el día treinta abril y de ahí ya se pasaba al día de la Purísima, que era como si dijéramos el preludio de la Función del Zangarrón, ya que comenzaban los ensayos del baile del Niño. Entonces la fiesta del Zangarrón no se ceñía solo al día de San Esteban (26 de Diciembre) como se hace actualmente, sino que se prolongaba también al día de San Juan y al día de los Santos Inocentes (27 y 28 de diciembre, respectivamente).

Recuerdo también aquellas tediosas y aburridas Cuaresmas en las que toda la diversión que teníamos era pasear carretera arriba y carretera abajo ¡Que aburrimiento!. Así que para matarlo, unos cuantos jóvenes con ciertas inquietudes culturales ideamos representar una obra de teatro que se titulaba “El Ultimo Pecado”, de D. Pedro Muñoz Seca, en cuyos ensayos se me ocurrió escribir un verso que pudiera servir de presentación o introducción de la propia obra el cual quiero reproducir aquí:

Cinco Chicas, ocho Chicos
Alegres, divertidos, jocosos
Con grande resignación
Hemos organizado
Esta insigne función
Para divertir a Vds.
Con toda nuestra ilusión
Sin meternos en sus bienes.

Es un acto teatral
Dirigido con esmero
Por el actor conocido
Inteligente, precoz
Rudo, sencillo y alegre
Como autentico labrador,
En Sanzoles conocido,
Por Anastasio el Esquilador.

La obra es muy bonita
Hay escenas muy concretas
En las que un corazón
Romántica y comprensible
Podrá muy bien comprobar
El donaire y gentileza
Simpatía y distinción
La inteligencia y cordura,
Que le imprimió su autor.

Por eso Srs. Míos
Yo les ruego por favor
Que para poder entender
Lo que esta obra nos cuenta
En silencio permanezcan,
Porque esta obra la escribió
Nada más y nada menos,
Que D. Pedro Muñoz Seca.

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